No diré superior, diré... Realizado. Así es como te sientes cuando tocas el piano frente a mí. La situación baila encima de tu mano (o mejor dicho, debajo), y yo a su lado, me tambaleo de lado a lado, sin rumbo, guiándome por las notas que me marcas.
Soy una gatita sumisa, que ronronea en el mayor de sus delirios, y tú, puñetero, eres el principal culpable.
¡Aaaay! Pero ¿y cuándo cambiamos de campo? Entonces yo capitaneo los movimientos, la jugada cambia de estrategia y el que tiene mayores posibilidades de temblar eres tú.
Te dije miedo, ¿verdad? Que era eso lo que tu sentías por todo esto, y me preguntaste qué sentía yo sin pronunciarte más.
¡Ayyy! Si leyeras todo esto no harían falta tantas preguntas, y puede que si yo prestara más atención a esas notas que me tocas se disiparan las dudas...