viernes, 10 de enero de 2014

Todo se evapora porque hoy todo vale la pena

Me duele absolutamente todo. Noto el glúteo derecho punzante, en la rodilla derecha pinchazos. Siento pesar general en los brazos y sobrecarga entre los hombros y el cuello. Me pesan mucho los ojos. Las manos las tengo tirantes del frío. La espalda tumbada la noto menos, pero cuando me levanto es como si llevase un par de ladrillos colgando de las lumbares.

Pero todo se evapora. Porque hoy todo vale la pena. El crujir de mi cuerpo puede camuflarse y esconderse tras la sonrisa que aún me cuelga del único hoyuelo que tengo. La respiración es tranquila, pacífica, serena y real.

Hasta la mirada, enmarcada por las ojeras, te sonríe.

Qué bien, ¿no?


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