Una tarde tranquila y prometedora con mis amigas.
De repente veo algo que me hace sonreír.
Sí, es él, y por la cara que estoy poniendo seguro que mis amigas
también se han dado cuenta.
Caras sonrientes de oreja a oreja de todo el mundo
y el rubor que sube por mis mejillas.
Incluso pequeños codazos de cachondeo.
Saludas notando como te tiran las comisuras y
recuerdas en un instante todos los, problablemente
pocos, pero íntimos, momentos que hayáis podido vivir juntos.
Hasta imaginas en menos de un segundo alguna escena
futura juntos.
Mis orejas siguen coloradas y la 'tontería' persiste en mi cuerpo.