Respira. Mira de reojo. Le tienes al lado. Vuelve a respirar. Acuérdate de la paciencia. ¿por qué era? ¡Ah, sí! Por ese beso que espera en el borde de su boca a que lo secuestres, a que me lo lleve conmigo, a que pasee mis labios despacio y lo saboree, a que lo haga mío, a que transforme el deseo en un hecho. Respira otra vez. Y otra. Y todas las que sean necesarias con tal de aguantar cinco minutos más,
y luego otros cinco más
y puede que otros cinco...
Y cinco más...
¡...y el beso!
4 comentarios:
"la espera del placer es en si misma placer"
inevitables besos!
menos esperas .....y más besoooos!
el beso... cuántos huracanes se pueden provocar por un simple beso...
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