Tienes un don para matarme y luego revivirme.
Una y otra vez. Llega un momento en que me da la sensación de que mi cuerpo se ha elevado varios metros sobre mi sentido común, y me mira a lo lejos. Se fija en mi rostro, en mis gestos, en cómo me rozas...
Y tu cara, revivo en mi propio gozo solo de ver tu gesto de satisfacción.
Eres demasiado puñetero, demasiado bueno...
Pero no para mí, para mí nunca, sino para mi cuerpo, es él el que no está acostumbrado a semejante frenesí de sensaciones...
2 comentarios:
Eres demasiado todo y entonces yo me convierto en demasiado nada
Todo el mundo se acostumbra a lo bueno ¿no?
Te acostumbraras a ese bonito frnesí que sientes!
me alegro =) un besazo guapa!
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