jueves, 30 de enero de 2014


Me gusta cómo me río cuando eres tú quien lo provoca.

martes, 28 de enero de 2014

Y una vez más se confirman mis sospechas vitales que es siempre, siempre, siempre... Peor la duda que el miedo.

martes, 21 de enero de 2014


He cerrado los ojos y dado tres vueltas sobre mí misma. Al despertar, me encontraba desubicada hasta que una mano, desconocida porque no podía ver quien era, me ha cogido de un tirón y me ha apartado de donde estaba. Un cuerpo cálido me abrazaba, sin decir nada. Entonces, armándome de valor, alcé la vista hasta chocar con una barbilla. Una barba suave recibía a mi nariz y una boca entreabierta besaba mis labios con dulzura. 

Estaba en casa.

lunes, 20 de enero de 2014



Disfrutaré de cada instante cocinando. Disfrutaré de mezclar la harina con el huevo, la mantequilla y el azúcar. Me encandilaré pensando en la textura que va cogiendo la masa al añadirle la leche. Me relameré cuando ponga los trocitos de chocolate. Observaré fascinada cómo suben las galletas en el horno.


Y aún calientes, las pondré en una cajita de cartón, preciosa, y con cuidado, las mandaré junto a un beso. Espero que lleguen a tiempo y puedas saborear mi idea de una primavera pasando algún que otro ratito juntos.

miércoles, 15 de enero de 2014

Tus planetas

Creí tocar el cielo con la punta de los dedos, pero en lugar de eso, hiciste llegar, no solo el cielo, sino todos los planetas a las palmas de mis manos donde comenzaron a girar a la vez que la habitación, sin embargo en sentido opuesto. 

Magia. Qué magia. 

Me guardé Mercurio, con especial cariño. El resto me dijiste que los harías regresar cada miércoles. 

Hoy es miércoles.
¿Dónde está mi planeta nuevo?

viernes, 10 de enero de 2014

Todo se evapora porque hoy todo vale la pena

Me duele absolutamente todo. Noto el glúteo derecho punzante, en la rodilla derecha pinchazos. Siento pesar general en los brazos y sobrecarga entre los hombros y el cuello. Me pesan mucho los ojos. Las manos las tengo tirantes del frío. La espalda tumbada la noto menos, pero cuando me levanto es como si llevase un par de ladrillos colgando de las lumbares.

Pero todo se evapora. Porque hoy todo vale la pena. El crujir de mi cuerpo puede camuflarse y esconderse tras la sonrisa que aún me cuelga del único hoyuelo que tengo. La respiración es tranquila, pacífica, serena y real.

Hasta la mirada, enmarcada por las ojeras, te sonríe.

Qué bien, ¿no?